La censura en Gran Bretaña de la película de
horror “The Human Centipede 2” (una cinta de horror extremo) desató una
sabrosa discusión respecto a los límites del arte y que podía ser
considerado arte y que no.
Al comienzo el cine no era considerado un arte y lo mismo sucedió con
varias otras expresiones que enfrentaron el desconocimiento y la
desconfianza de quienes las veían más como una entretención de feria.
Incluso dentro del mundo del cine la discusión es la misma. ¿Qué es una
película de arte? ¿Es el último hit de Hollywood una expresión
artística?, preguntas que surgen de vez en cuanto y que diferencian a
los cinéfagos de los cinéfilos. Es decir entre los consumidores ávidos
de cine y los más puristas amantes del séptimo arte.
Quizás junto con el horror extremo, que dedicaré cuando vea la citada
película (la primera parte es repugnante pero no muy gráfica), el cine
pornográfico es otro de los más cuestionados en su calidad de arte. ¿Es
la sucesiones de imágenes sexuales una expresión de arte?, probablemente
haya quienes lo discutan y aunque haya secuencias “complicadas” muchas
de las cintas que hoy inundan el género de seguro no tienen en lo
absoluto una motivación artística.
A pesar de esto sí hay una serie de cintas que en su conjunto y
aunque su motivación principal sea la exhibición directa del acto
sexual, sus resultados pueden considerarse una expresión de arte. En los
70, cuando el cine pornográfico tuvo su apogeo, surgió un puñado de
directores que hicieron del porno todo un arte y que lo elevaron al
estatus de culto. George Damiano fue responsable de las que son
consideradas dos leyendas del cine para adultos, “El Diablo en la
señorita Jones” y “Garganta Profunda”. La primera es una cinta que en su
época fue considerada una joya del porno y es que su historia, en la
que una mujer se suicida tras llevar una vida limpia y ordenada por lo
que es mandada de vuelta a la tierra para que merezca entrar al
“infierno”, es considerada por muchos como una alegoría a la represión
sexual femenina, de hecho la secuencia final es potente. Una película
que fue alabada por los críticos de la época y que incluso la incluyeron
en las lista de las mejores películas de 1973, hoy al revisitarla no
deja de impactar por su potente historia sino también por sus escenas
pornográficas, filmadas con delicadeza, pero sin dejar de lado lo más
gráfico.
El caso de “Garganta Profunda” fue parecido, realizada un año antes
de “El diablo…”, la película se convirtió en un fenómeno en la taquilla,
se calcula que recaudó en cifras actuales casi 900 millones de dólares y
tuvo una producción de 25 mil dólares, por lo que es una de las cintas
más rentables de la historia del cine. Su historia gira en torno a una
mujer que sufre una extraña malformación ya que su clítoris se encuentra
alojado en su garganta, por lo que la única forma de lograr el orgasmo
es practicando sexo oral. Es divertida y muchos la vieron otra vez como
una alegoría al deseo sexual de la mujer y a la represión que vivían en
aquella época, donde lo más importante era el orgasmo masculino, una
historia que parece no haber cambiado mucho.
Estas dos cintas hicieron surgir el llamado “porno-chic”, que es una
corriente que en los 70 permitió que películas con contenido
pornográfico y con más o menos intenciones artísticas fueran producidas.
“Detrás de la puerta verde”, “Debie does Dallas”, “La Historia de
Joana”, “Tabú”, “Tarde desnuda” y tantas otras surgieron desde esa
corriente dándole al porno un poco más de estatus que la simple
exhibición de proezas sexuales. A mediados de los 80 vino la decadencia
de la mano del video y es que las películas dejaron de producirse en
celuloide y lo barato del nuevo formato mató a un género que se había
ganado un espacio más allá de los cinéfagos sexuales, una situación que
queda retratada en la cinta “Boggie Nights” de Paul Thomas Anderson.
En los 90, el género comenzó una lenta recuperación con corrientes
como el llamado Alt porn, que tiene dos corrientes una que intenta
emular al cine convencional y otra que busca “alternativas” al porno
establecido. También desde esa década surgió un puñado de directoras que
se atrevieron con el porno, creando algunas verdaderas joyas del cine
para adulto. Tanto así que cada año hay numerosos encuentros como el
festival de San Francisco y Barcelona y también los AVN, una especia de
Oscar del cine pornográfico, donde cada año surge una nueva revelación
que deja atónitos a los críticos y extasiados a los cinefagos.
Países como Francia, España, Estados Unidos y Alemania, se atreven
con producciones pornográficas que van un poco más allá y basta revisar
cintas como “Cinco historias para ellas”, “Las Rosas Rebeldes” y “Todo
sobre Ana” siguen esta corriente que también se nutre del cine porno
lésbico y gay, con exponentes como Maria Beatty en el primero y Bruce
Labruce en el segundo.
En esa misma década surgió una nueva moda y es la de incluir escenas
pornográficas en películas convencionales o que no pertenecen a la
industria del porno. Es así como directores de la talla de Lars VonTrier
(“Los Idiotas” y “Anticristo”) incluyeron y filmaron escenas de sexo
explícito en sus cintas. La directora francesa Catherine Breillat fue
más lejos y más que insertos pornográficos hizo que todas las escenas
sexuales de sus películas tuvieran sexo explicito, es el caso de
“Romance X” y “Anatomía del Infierno”. Una tendencia que merece un
análisis especial y que desglosaré con varios casos de cintas.
En resumen, el cine pornográfico puede llegar a ser más que la mera
exhibición burda de encuentros sexuales (como también el cine de acción
puede ser más que la mera exhibición burda de balaceras), puede tener
ideas, tendencias, estilos y aciertos. Así es el arte y así también es
el cine pornográfico, una expresión más que puede llegar a ser tan arte
como cualquier otra expresión del alma.
Entrada original: http://blogs.soychile.cl/copiapo/miradas-desde-lejos/limites-del-arte-i-pornografia