jueves, noviembre 15, 2007

¿Hasta donde llega la estupidez?


Hay personas que legitimamente pueden expresar su opinión y es respetable en el contexto cuando esa opinión es lógica. Puede haber personas que por su oscura y retrograda formación moral sean incapaces de comprender las variantes del amor humano. Ese sentimiento tan amplio y general que puede servir para describir la aprehensión de una madre con su hijo, así como también para entender porque dos personas del mismo sexo se meten juntos a la cama y no precisamente para dormir. El amor tan difícil de definir, tan manoseado, tan adorado, tan incomprendido y tan estudiado. ¿Quiénes somos nosotros para juzgar al amor? o para darnos de catedráticos de las relaciones amorosas de las personas. Para entender el amor como concepto lo primero es tener la virtud de la tolerancia.

Hace días el almirante (R) Miguel Ángel Vergara, en el canal de todos, lazó una artillería de guerra en contra de los homosexuales, diciendo que su condición sexual era un impedimento para que tomarán las armas. Me pregunto si alguien le hubiera dicho eso a Gabriela Mistral, "Por tu condición no puedes escribr poemas de amor", quizás hoy no tendríamos a la nobel poetisa inscrita en los libros del mundo.

Es fácil querer opinar, es fácil construir muros de intolerancia. Pero es difícil comprender que a veces el amor es más complejo de lo que queremos.

Ahora me gustaría compartir una opinión, en tono sarcático, que hace Ricarte Soto, sobre lo expresado por el almirante (r). Entre líneas demuestra que a veces caemos en la más básica de las estupideces solo por la insana posición que nos deja la intolerancia.


La nación, domingo 4 de noviembre de 2007
D-GENERACIONES
Escrito por Ricarte Soto

Doctor Sexo La opinión del almirante (R) nos permitió descubrir que este lobo de mar tiene un gran futuro como consejero sexual. Sin rodeos asegura que la tendencia homosexual “es controlable mediante la abstinencia y el cultivo paciente, esforzado y hasta heroico de las virtudes de la templanza y la castidad”.mi entender, la injerencia de los militares en los asuntos de los civiles no es bienvenida. Con la misma lógica, me abstengo de opinar sobre los reglamentos que rigen la vida de los cuarteles.Por eso, cuando el almirante (R) Miguel Ángel Vergara manifiesta su rechazo absoluto a la presencia de homosexuales en las Fuerzas Armadas, concedo que un "paisano" como yo no tiene mucho que decir. En la trayectoria que lo empinó hasta la Comandancia en Jefe de la Armada debe haber estudiado y reflexionado más de una vez sobre el tema, para concluir que es inconcebible que los gays empuñen las armas. En su arenga no precisa si las lesbianas también deben ser desalojadas del mundo militar.El asunto cambia cuando su reflexión aborda la homosexualidad como una conducta desviada. Sin ánimo de revivir antiguas pesadillas, me parece que este marino tiene algunas lagunas, por no decir océanos, en su memoria. En los años 70 varios militares heterosexuales quizás también participaron bisexuales violaron y torturaron sexualmente a sus detenidas. En caso de que Vergara lo ignore, esto recibe el nombre de sadismo, porque el placer sexual se obtiene causando dolor y la humillación de la víctima. A lo mejor el almirante en retiro piensa que estas conductas de supuestos machos-recios no merecen mayores observaciones.Pero, en fin, dejemos de lado esa historia porque la opinión del almirante (R) publicada en un diario nos permitió descubrir que este lobo de mar tiene un gran futuro como consejero sexual. Sin rodeos asegura que la tendencia homosexual "es controlable mediante la abstinencia y el cultivo paciente, esforzado y hasta heroico de las virtudes de la templanza y la castidad".Traduzcamos a un lenguaje más vulgar los elegantes consejos del nuevo doctor del sexo, que además de ser válidos para los homosexuales, pueden ser puestos en práctica por bisexuales y heterosexuales.La abstinencia, por ejemplo, se puede lograr viendo ángeles en todas partes, porque éstos supuestamente no tienen sexo. En caso de fracaso hay que optar por la mano dura. Por ejemplo, colocar la ducha-teléfono entre las piernas, de manera que el chorro de agua fría golpee con fuerza hasta que la calentura desaparezca.Como dice Vergara, este es un asunto de de cultivo paciente, por lo tanto la operación se debe repetir cuantas veces sea necesario y a toda hora.En casos más graves no hay tiempo que perder. El método más recomendado es azotarse los genitales y el trasero con una varilla de coihue. Es obvio que se debe morder un pañuelo, para que los vecinos no escuchen los aullidos, aunque no hay que preocuparse por las lágrimas porque éstas no hacen ruido. Cuando se llega a esta instancia hay que sentirse un ser pleno, por haber alcanzado el clímax del heroísmo, como lo aconseja nuestro querido doctor.Todos estos ejercicios pueden parecer terribles e inhumanos, pero tienen su justa recompensa. En su receta de la abstinencia homosexual, Vergara explica que ese esfuerzo merece comprensión, porque sobreponerse a una atracción por el mismo sexo es una pesada cruz.Me han dicho que hay gran interés por conocer la fecha de publicación de los nuevos consejos del Doctor Sexo.

PD: A reflexionar y ampliar un poco nuestra posición...