sábado, enero 06, 2007

Iglesia y estado: ¿Cuándo se separan o divorcian?

Con sus recientes opiniones la iglesia católica ya parece más un partido político que una religión.

Eutanasia, aborto, matrimonio homosexual, píldora del día después, uso del condón, campaña VIH SIDA, son sólo algunos de los puntos en que el estado parece cada vez más lejos de la Iglesia, al menos en temas y percepciones, pero que hace que la institución se aleje cada vez más de los ámbitos que le compete directamente: Sus fieles y la Fe, y se adentre en aspectos políticos. ¿Es la Iglesia Católica omnipresente como lo es el mismo Dios que reza en su fe? ¿Son tan imponentes que sobrepasan sus límites e imposiciones para llegar hasta el más secular del habitante del planeta? Buena fe, buena honra… todo matizado con desafortunadas opiniones vistiendo los ropajes de la fe. Antes de decir “conviene la alternancia”, habría que decirle al Cardenal Francisco Javier Errázuriz que se saque los ropajes y el escudo que supone su cargo ECLESIASTICO (no se olvide de eso) y que definitivamente se inscriba en un partido político y desde allí haga sus extensas declaraciones a favor de una alternativa de gobierno. No es que opinar sea imposible, pero es ético y de acuerdo a la FE abanderar una alternativa más allá de sus conceptos morales. ¿Es un error no reconocido? ¿O es simplemente que la Iglesia por fin esta desenmascarando sus líderes?
Podemos el resto de lo ciudadanos de este país tener visiones propias de la vida más allá de la religión… al parecer a Don Francisco Javier no le interesa la opinión ni la libertad de los demás y remite sus “declaraciones” como conceptos obligados de aprobación y conducta. Molesta su postura… nadie le dice a la Iglesia que hay gente que no tiene sus mismas convicciones y que puede pensar diferente… por su DIOS, practiquen la tolerancia no sólo de palabra, si no de hechos, acciones y pensamientos. Y emitan opinión pero no cohesión ni amenazas… Una sociedad libre estamos todos, quienes quieren vivir sus códigos morales y quienes creemos en otras formas de llevar la moral. Una sociedad donde ni el estado, ni la iglesia, ni la política impongan a quien amar y con quien compartir tu vida… una sociedad donde el color, el origen y la condición sexual no sean más que meras características que nos hacen ricamente diversos. Amar sin importar… dejar fluir, dejar avanzar sin que eso signifique la condena. La iglesia se olvida a veces de eso… y me gustaría que lo recuerden.